Es tiempo de cambio. Si bien llevamos años escuchando sobre los peligros y las nefastas consecuencias de la crisis climática que estamos viviendo, no hemos sido capaces de tomar acciones reales y urgentes frente a ella. En cambio, ahora, se nos presenta una nueva situación que pone de manifiesto la fragilidad del mundo en el que vivimos, ¿no te parece paradójico?.
Frente a este desafío nos hemos demostrado que como sociedad podemos ir todos a una y modificar nuestros hábitos frente a situaciones que afectan a nuestra salud y a nuestro bienestar, ¿te imaginas que actuáramos de la misma manera frente al resto de adversidades? ¿y si nos pudiéramos organizar para crear entornos más resilientes gracias a organizaciones éticas? ¿cómo podríamos impactar positivamente desde nuestro lugar de trabajo?.
“Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.”
Albert Einstein.
En este periodo toca reflexionar y contestar a esas preguntas que en el día a día uno se formula sin tener tiempo a contestar. Tenemos el gran beneficio de poder replantearnos nuestra forma de hacer y deshacer, de cómo queremos relacionarnos con los demás y en qué mundo queremos vivir.
Nada cambia si tú no cambias.
La resiliencia en momentos de crisis.
La crisis financiera de 2008 a 2014 trajo a las empresas nuevas preguntas e hizo que se replantearan cómo se relacionaban con el entorno, es decir, la manera en la que entendían la responsabilidad social corporativa. En sus inicios las organizaciones identifican la RSC como una acción filantrópica en el que los que tienen más ayudan a los que tienen menos. Actualmente, este concepto ha cambiado y la definimos como la relación que tienen las empresas con todos sus grupos de interés desde la perspectiva económica, social y ambiental.
La resiliencia es la capacidad de las personas de adaptarse positivamente a las situaciones adversas. Los valores no financieros fortalecen esta resiliencia en las organizaciones éticas que apuestan en aportar valor a través de la relación con su entorno.
Desde ético y desde el positivismo que nos caracteriza consideremos este un momento de unión, de solidaridad y de creatividad, donde podemos organizarnos, apoyarnos y reinventarnos para salir fortalecidos de esta situación.
En un aislamiento donde estamos hiperconectados, la ética debe estar presente en nuestras decisiones empresariales y, por lo tanto, verse reflejada —ahora más que nunca— en las acciones de marketing y de comunicación con el fin de fomentar el bienestar de los que nos rodean.
El comportamiento ético en comunicación y marketing.
En anteriores artículos hablamos sobre el marketing verde y cómo las empresas pueden incorporar el respeto ambiental y social en la estrategia de marketing de la empresa. A continuación, te ofrecemos unas pautas sobre cómo tus campañas de marketing pueden integrar la ética y ayudar a construir una relación sostenible con tu cliente a lo largo del tiempo:
- Sé sincero y transparente. Comparte las características de tu empresa y de tus servicios sin tinta ni cartón. Muestra el lado más humano de tu organización. Si tu producto o servicio es suficientemente bueno, ¿por qué realizar técnicas de alta presión en ventas que producen la ansiedad y la desesperación de tu cliente? Cambia el chip y enfoca tu comunicación desde la positividad y desde los beneficios que ofreces.
- Pon a la persona como eje central de las campañas. Escucha de forma activa y contesta a sus críticas o comentarios. Empatiza. Ponte en la piel de tu público objetivo y piensa en las necesidades que pueda tener. Pide su opinión. Mejora tus productos y servicios gracias a esta constante escucha. Ofrece entretenimiento.
- Protege la identidad de tu cliente y mima sus datos. No le avasalles con mails innecesarios, evita el SPAM. Crea contenido que pueda ser de su interés y habla en tus campañas de email marketing sobre el beneficio mutuo desde la relación empresa y cliente.
Los beneficios de poner a tu cliente en el centro de tus campañas.
El retorno de la ética o ROE es un indicador que apuesta por el impacto de crear un marketing turístico más ético en el que las necesidades, la salud y las emociones del consumidor son los ejes principales de las campañas.
A la hora de medir los beneficios empresariales en campañas de marketing ético hay diferentes indicadores de seguimiento que te servirán para medir el éxito de las acciones. Los beneficios de practicar relaciones éticas con tus clientes son:
- Incremento de la reputación de marca y mejora de la impresión emocional de la companía.
- Aumento de la satisfacción del cliente y, en consecuencia, fidelización de los clientes.
- Acceso a un mayor segmento de la población que pueda estar interesado en nuestros productos y servicios.
- Atracción de un público menos sensible a alternativas más económicas.
Para crear entornos más resilientes debemos comenzar con la forma en la que nos relacionamos con los demás y pensar, ¿qué podemos aportar? ¿cómo podemos crear un beneficio común? ¿cómo queremos que nos vean?. Son muchas las preguntas que pueden surgir cuando uno se da cuenta de lo más importante: la salud y el bienestar de las personas.
En este tiempo de parón y de reflexión, te animamos a poner a tu cliente en el centro y a replantear la estrategia de marketing de tu hotel o de tu empresa turística para sumar y contribuir a un beneficio común.
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